Princeptotilau

Sí, han florecido los almendros

Tarde o temprano, alrededor de febrero, los almendros de nuestro país florecen. Este hecho, casi inevitable, no deja de sorprendernos año tras año. Cuando se abre la primera y minúscula flor blanca, el tiempo parece detenerse y entramos en unas semanas de beatitud excepcional. Tanto es así que acabamos creyendo que el estado habitual de los almendros es con esta camisa primaveral, pero la realidad es que así sólo están dos semanas cortas y, cuando acaba, empezamos a esperar a que llegue el florecimiento del próximo febrero, como si la próxima vez tuviera que durar toda su vida.

Mientras que a algunos poetas locales lo del florecimiento de los almendros les parece de una vulgaridad y cursilería insufrible, los extranjeros del norte (y pienso en nuestra querida amiga Fiona Greenlaw) lo consideran de un exotismo mágico excepcional, como si habláramos de la quinta esencia del Mediterráneo.

En los jardines de la reina Rosamunda arraigan los almendros desde hace mucho tiempo. Nadie sabe quién les plantó. El jardín de la reina se ha construido respetando estos árboles inmemoriales. De este modo, del palacio de invierno estando, por cualquier ventana por donde mires voces almendros floridos. Y si levantas la vista hacia la sierra de Miralles, los campos de almendros parecen rebaños de ovejas pastando en medio de los bosques.

Cuando llega el florecimiento de los almendros, el príncipe se despierta a menudo con la manía de ir a pasear en medio de los campos embriagadores de flores blancas. Caminar por uno de estos campos infinitos es bastante peligroso porque la dulzura del aroma de la flor de almendro hace estremecer intensamente la conciencia, como una aguja de miel en medio del cerebro, y existe el peligro de quedar atrapado por ella siempre más…

Lo único que nos distrae de la obsesión por los almendros es que, después de llenar dos semanas con su reinado absoluto, comienza el florecimiento de los otros frutales del jardín: los cerezos, los melocotoneros, los ciruelos, y los manzanos. Todos se visten con cientos de promesas veraniegas para nuestra hija Laura y para el resto de la corte del príncipe Totilau, por supuesto.

Con cierta pereza brotan, después, los granados, mostrando pequeñas hojas granatas que parecen gotitas de sangre. Del valle de Bellprat Núria nos lleva los primeros narcisos y se va a la oficina de producción de la compañía a convencer a los programadores enviándoles mails y llamándoles por teléfono.

El invierno se está acabando en Sant Martí de Tous. La vida continúa con total indeferencia, como diría Pla. Algunas flores darán fruto y otras no… con total indiferencia. Y comienza a vislumbrarse el fin de esta temporada teatral. Habrá sido un año muy provechoso. Un año de pisar muchos escenarios, Clara y yo, con la alegría habitual de compartir nuestro “Caballito de cartón” con los niños del país. Pero también será un año que siempre recordaremos porque nos hemos adentrado definitivamente en los estudios secretos sobre escritura teatral. Y el próximo año, si Dios lo quiere, después del próximo florecimiento de los almendros, todo el trabajo de este año, quizás dé algún pequeño fruto.

Hace un año, tuve que prepararme para dar clases de escritura teatral, y debo reconocer que hacer de profesor es la mejor forma de aprender. Empecé revisando todos los libros y apuntes de mi maestro Albert Boadella, y luego me adentré en la lectura de autores norteamericanos, que son muy pragmáticos y útiles a causa de su potente industria cinematográfica. La librería Amazon ha sido una gran fuente de información a partir de sus “related items”. También he comprado muchos libros de segunda mano en Iberlibro, en los que los libros en inglés pueden comprarse muy bien de precio. Me han interesado muchísimo, todos los libros de Linda Seger, Syd Field, Sam Smiley, Lajos Egri, W.T. Price, Cristopher Vogler, Josep Campbell, Larry Brooks, y Elisabeth Woodbridge. Todos estos autores los encontrará en Amazon o en Iberlibro que son mi actual universidad. Además, es necesario recomendar un conjunto de autores magníficos que la Editorial Alba ha traducido al castellano: Robert Mackee, Blake Snyder, John Vorhaus, y John Truby. En otra editorial, (Ediciones internacionales universitarias)  también existe un buen manual de dramaturgia traducido al castellano de Ives Lavandier. Sí, es necesario leer, leer y leer. ¡Qué maravilla! ¡Y cada libro es como una pequeña flor blanca de almendro!

La imagen del inicio es un almendro florido, según Van Gogh.

Los del jardín de la reina Rosamunda huelen otro olor…

¡A rever!